Texto de sala:
Ice Blink; Alicia Kopf.
MACZUL, Maracaibo. Del 13/05 al 20/08/2017.
“Hay viajes que no precisan de una salida, basta con que alguien sospeche que se acometió la empresa, con que el relato ocurra en la imaginación y se reconstruya después en la memoria compartida” (1). Así sucede con Alicia Kopf y su exploración polar; gesta épica de consecuencias cotidianas.
Se dice que cada viajero guarda un relato heredado y otro personal de los lugares, cuyo destino alcanza, las más de las veces, prendido de un mito (2). Kopf, seducida por los paisajes glaciares, escruta la historia polar, rastrea exploradores y expediciones, y se apropia de sus hazañas y derrotas trasladándolas al terreno de la cotidianidad, su cotidianidad: aborda así, la dificultad de acceso a la vivienda, la precariedad laboral o los afectos limitados; conquistas, la mejor de las veces, de estabilidad discontinua. La epopeya polar sobrevuela el proyecto Àrticantàrtic (Ártico-Antártico), en el que la artista viene trabajando desde 2011, en sus dos (complementarias) formalizaciones: la visual, que podemos ver en sala; y la narrativa, en la publicación del libro de autoficción Hermano de Hielo (3).
El entorno cotidiano, como en el caso de los glaciares, se descubre hostil y en estas circunstancias, sólo nos queda entrenar nuestra resistencia a la incertidumbre para mitigar la causa de la propia turbación. Conseguimos al propósito una confesión de Kopf en su novela, donde reconocemos la voz de la artista en las palabras de su protagonista: “Eso también es épico, es lucha. Pero aún no hay buenas imágenes ni buenas metáforas para ello. Yo las busco” (4). Su búsqueda se descubre, pues, no tanto histórica como alegórica.
La artista acompaña las expediciones de la llamada edad de oro de la exploración polar, las que tuvieron lugar en los albores del siglo XX, y libreta en mano, recolecta reflexiones y bocetos, como hicieran antes tantos otros artistas que acompañaron a las expediciones científicas que desde finales del siglo XVIII tuvieron lugar. Sin embargo, este ‘cuaderno de bitácora’ guarda algunas particularidades: a diferencia de lo esperado, la naturaleza de sus dibujos no es documental, ni tampoco rica en detalles. Contrariamente, se caracteriza por un voluntario esquematismo que la propia artista califica de naif. Asimilada la iconografía de las exploraciones y conquistas polares después de lecturas varias, su interés reside en depurar sus dibujos y su afán, en la elaboración de un contenido de síntesis. Sin embargo, estos mismos dibujos no se privan de giros de humor ni referentes: Julio Verne, Moby-Dick o Fitzcarraldo de Werner Herzog se dan cita entre ellos, sin renunciar tampoco a la lección formal de Sol Lewit o a los poemas visuales de Joan Brossa (5). Así, va emergiendo una iconografía de resistencia y conquista asociada a un lugar tan figurado como íntimo y personal, donde la pregunta que obsesiona y orienta la exploración artística de Kopf se relaciona con la ontología de la conquista y su posibilidad de representación (6).
La fortuna de la resiliencia (definida (7) como la capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos) está unida al destino de Ernest Henry Shackleton y sus 27 hombres. La tripulación zarpó el mes de agosto de 1914 a bordo del Endurance (que da título a uno de los vídeos de la artista), con el objetivo de proseguir la conquista polar; conquistados ambos polos para la fecha, sólo restaba realizar la travesía del continente. Para abreviar el relato, la hazaña fueron ocho meses de navegación, otros ocho meses más atrapados en el hielo, un naufragio, una odisea de cinco tripulantes durante catorce días con olas de siete metros en un pequeño bote salvavidas y una travesía de treinta y seis horas por una cadena montañosa con picos de más de 3.000 metros de altura antes de alcanzar la población de la isla de South Georgia y poder pedir ayuda. Después, tres tentativas de rescate y a su cuarto intento, Shackelton consiguió rescatar con vida al resto de su tripulación. Aún cuando no lograron su objetivo inicial, atendiendo a las circunstancias, no hay héroe ni gesta parangonables en la historia polar que pusieran de tal modo a prueba la resistencia física y psicológica de toda una expedición. Podríamos concluir que la heroicidad, llegado el momento, se reduce a una última constatación: la supervivencia.
En el ínterin, el despliegue de una iconografía de conquista, tan predecible en su gesto, la izada de bandera, como saturada de fina ironía: los polos son lugares donde las brújulas dejan de funcionar, sus centros son móviles y su colonización espectral; nadie verá sus banderas (8). La conquista de los Polos tuvo más de proeza humana que de valor estratégico o comercial para la época. Lo importante era medirse ante el desafío, conquistar lo inconquistable, con la incertidumbre del coronamiento por única compañía.
Constituye una gran paradoja, así como Roland Barthes nos hiciera notar, que el mismo siglo XIX haya inventado la Historia y la Fotografía. La Historia como una disciplina que anula el tiempo mítico, de memoria fabricada y puro discurso intelectual; y la fotografía, un testimonio que demostraba ser tan seguro como fugaz (9). Desde este momento, la disciplina fotográfica se pone al servicio de la representación e inmortalización de la gesta. Una fotografía que pronto revelará sus debilidades en el uso testimonial que muchos exploradores le atribuyeron. Como ejemplo, el caso de Frederick Cook quien modificó su fotografía de hazaña, donde aparecía retratado izando su bandera sobre una cima que había sido recortada lateralmente con el propósito de lucir más empinada, en uno de los primeros tentativos por conquistar el Ártico. El lugar, como se descubrió después, no se correspondía con el Polo Norte, pero la imagen evidenció su naturaleza unívoca a la más ordinaria de las conquistas polares. Los dibujos de Kopf interpelan y cuestionan esta naturaleza de la imagen de conquista polar, aún cuando picos y banderas proliferan y se revelan imprescindibles igualmente a este fin.
Otro par de fotografías atrapa de igual forma nuestra curiosidad: la fotografía de la expedición de Roald Amundsen que documenta la conquista de la Antártida (1911) y donde aparecen cuatro hombres mirando hacia un refugio con la bandera noruega izada; y a la que podríamos referirnos como su negativo: la fotografía que se tomara cinco semanas después, en ese mismo lugar, la expedición de Robert Scott, en la que aparecen cinco hombres mirando a cámara, testimoniando que habían llegado al Polo Sur y que alguien se les había ya adelantado. Comprobamos, no sin cierta sorpresa, que no hay gestos eufóricos entre los primeros ni de aflicción entre los segundos, el momento no es idóneo – parecieran hacernos comprender – para heroicidades ni regocijos. La mirada en ambas expediciones guía nuestras pesquisas: la fotografía de quienes miran a cámara y nos interpelan como espectadores a través de la historia, razón por la que Barthes se referiría a la fotografía como ‘un imperioso signo de muerte’ (10); designio que en el caso de Scott y sus hombres se descubre premonitorio, todos los miembros de la exploración morirían por inanición durante el camino de regreso. Contrariamente, Amundsen y sus hombres parecieran proyectarse hacia el futuro, habiendo desafiado todos los elementos naturales, se enfrentan en ese momento al propio dilema existencialista. En esta perspectiva, una nueva coincidencia temporal nos invita a recordar qué ocurriría después: el mismo año que otro explorador, Sir Wally Herbet, alcanzó a pie por primera vez el Polo Norte, el hombre pisaría por primera vez la Luna. Corría el año 1969 y el hombre extendería así hacia otros terrenos sus deseos de trascendencia.
Patricia Hambrona
___
- DE DIEGO, Estrella. Travesías por la incertidumbre. España: Seix Barral, 2005, p. 16.
- DE DIEGO, Estrella. Op. Cit. p. 19.
- KOPF, Alicia. Hermano de Hielo. España: Ediciones Alpha Decay, 2016.
- KOPF, Alicia. Op. Cit. p. 85.
- Ràdio Web MACBA. SON[I]A #199 ALICIA KOPF (04/12/2014) <http://www.macba.cat/es/rwm-sonia-alicia-kopf> [última consulta 10/01/2017].
- KOPF, Alicia. Op. Cit. p. 34.
- Según la definición de la Real Academia de la Lengua Española.
- DE DIEGO, Estrella. Op. Cit. p. 35.
- BARTHES, Roland. <<38: La muerte llama>> en La cámara lúcida. Nota sobre la fotografía. España: Editorial Paidós, 2016 (1980), p. 106.
- BARTHES, Roland. <<40: Privado / Público>> en Op. Cit. p. 109.
ALICIA KOPF
Girona (España), 1982. Vive y trabaja en Barcelona (España).
Alicia Kopf, nombre artístico de Imma Ávalos, es licenciada en Bellas Artes, además de en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada. Compagina la práctica artística con la literaria, y dicta clases de Comunicación en la Universitat Oberta de Catalunya.
Entre sus exposiciones individuales destacan 26 Maneres de (no) entrar a casa en Bòlit (Girona, 2011) y Seal Sounds Under The Floor en galería Joan Prats (Barcelona, 2013). También ha participado en diferentes exposiciones colectivas como Piso Piloto en el CCCB – Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (Barcelona, 2015), Nonument en el MACBA – Museu d’Art Contemporani de Barcelona (Barcelona, 2014) o Fugues dentro del ciclo Sala d’Art Jove FAQ de la Fundació Tàpies (Barcelona, 2013), entre otras.
En su faceta de artista recibió el Premio GAC/DKV 2013 al artista joven por la mejor exposición en galería que concede anualmente el Gremio de Galerías de Arte de Cataluña, por su primera exposición individual en la galería Joan Prats. Más recientemente, su primera novela Hermano de hielo (Ed. Alpha Decay, 2016), ha recibido los premios Documenta 2015, Llibreter 2016 y Ojo Crítico de Radio Nacional de España.
Puedes descargar aquí el catálogo de Correspondencias de Ultramar #1:
_____________________________
Ice Blink; Alicia Kopf.
MACZUL – Museo de Arte Contemporáneo del Zulia, Maracaibo.
Del 13/05 al 20/08/2017.
Dirección: Prolongación Cecilio Acosta Calle 67 con Avenida Universidad, Maracaibo.
Horario: De martes a domingo de 10:00 am a 5:00 pm.
Redes: [Facebook] MaczulMuseo; [Twitter e Instagram] @elmaczul